lunes, 23 de febrero de 2015

Todos somos Neil Patrick

Quedarse hasta las seis viendo los Oscar cuando tienes que levantarte a las nueve, tiene muchas cosas malas. Una de ellas es que no encuentras tiempo para ponerte a escribir, y cuando lo encuentras son casi las once de la noche y para entonces la cosa ha perdido un poco de fuelle. Pero no pasa nada, más vale tarde que nunca, dicen.

Y sí. Anoche fue la 87ª Edición de los Premios Oscar y la menos seguida en audiencia de los últimos siete años según ha podido saberse hoy. ¿Por qué? Ahora os lo imaginaréis:
Tras una bastante normalita alfombra roja con sus críticas y halagos varios a las allí presentes (de las cuales me quedo con Dakota Johnson, Anna Kendrick, Gwyneth Paltrow y Lupita Nyong'o, a modo de dato), daba comienzo la Gala con dos claras favoritas y las expectativas muy altas. ¡La presentaba Neil Patrick Harris, por el amor de Dios! ¿Qué podía salir mal?



...Pues casi todo, amigos míos.

Lo cierto es que comenzar, comenzó muy bien. El número inicial fue bastante acertado y Harris lo dio todo de la misma manera que nos tenía acostumbrados con sus performance en los Premios Tony. Jack Black y Anna Kendrick también intervinieron y, oye, todo muy bien.
Tras esto, dieron comienzo los premios y Lupita Nyong'o se encargó de entregarle a JK Simmons el Oscar al Mejor Actor de Reparto por Whiplash mientras yo desde mi casa me encuentro al borde del llanto de la emoción. Estoy exagerando, sí, pero saber que era el premio más importante que podía llevarse mi favorita para los Oscar le alegra a una la madrugada. Aún no sabía la que me esperaba, pobre de mí.


Tras esto, mi queridísimo Barney Stinson se dedicó a bromear durante un rato con Octavia Spencer mientras le encarga de custodiar un maletín con sus súpersecretas predicciones para la noche. Acto seguido, con alguna gracia sobre su obsesión por cargarse a gente en la saga Venganza, el anfitrión de la noche nos presentó a Liam Neeson que resultó ser el encargado de enseñarnos fragmentos de dos de las películas nominadas en esta edición. Después, Dakota Johnson aparece para invitar a Adam Levine y su Lost Stars a aparecer en el escenario. Ahí sí que me muero y maldigo a todo lo maldito por que la actuación no durara más.


Y...¡tachán! Anuncios. Cadillac, Samsung y algunos más parece ser que son los encargados de darle a la cadena americana ABC la mitad del presupuesto con el que se sustenta, porque si no, no lo entiendo. A partir de aquí la cosa denigra en límites insospechados, por eso mismo ni siquiera voy a molestarme en hablar en orden cronológico. Vista la estructura del principio, vista toda la gala.
Premio por aquí, premio por allá, con Neil Patrick Harris dando paso como buena y graciosamente podía a los presentadores que, a su vez, iban a dar paso al ganador del Oscar correspondiente. Todo ello con una prisa digna de mi madre cuando se le ocurre ponerse a contarme algo y tiene la comida en el fuego. ¿Por qué tanta prisa? ¿Para acortar un poquito la duración de la gala? Cuatro horas son demasiadas y desde La Academia querían pensar, sobre todo en el público de al otro lado del charco y otorgarnos alguna horita más de sueño. Todo consideración, ¿no? Pues no.


A la Academia se la venía trayendo sin cuidado la duración de la gala, todo su afán por ser la gala más tediosa del mundo era para dejar más espacio a la publicidad. Tal cual.
No sé qué hizo Neil Patrick Harris (llamémosle NPH) más veces, si presentar a los actores que iban a intervenir en la gala, o dar paso a la publicidad.
Menuda manera de desaprovechar al showman de Albuquerque, de verdad. Gente por las redes sociales pedía de manera desesperada a Ellen DeGeneres como si realmente la culpa de la mediocre gala fuera de NPH y la presentadora fuera a arreglarlo todo. Nada más lejos de la realidad. Puede que Harris no estuviera muy acertado en algunas de sus bromas, pero por lo general el comediante lo hizo lo mejor que pudo. O para hablar más claro, lo mejor que se le dejó.
A todos se nos dibujó una sonrisa de oreja a oreja (y de esperanza por si la cosa cambiaba) cuando NPH aparecía parodiando a Birdman con batería, Miles Teller y 'not my tempo' incluido. Eso es una muestra del talento del actor que encarna a Barney Stinson y que aceptó un reto que, esta vez, la Academia se encargó de que no fuera legendario.


Lo que quizá sí vaya a ser legendario es el batacazo que la favoritísima Boyhood se dio anoche. Uno de los comentarios más acertados que leí al respecto en Twitter decía que Birdman pasaría a la historia, pero Boyhood ya había hecho historia. Y sí, historia ha hecho, pero sin estatuilla dorada en su vitrina. Aunque bueno, su estantería ya estaba demasiado llena para lo que realmente se merece, así que tampoco hay que quejarse.
Para el resto de premiados, aunque no hubo demasiadas sorpresas, sí hubo detalles que jorobaron las quinielas de gran parte del público: Mejor Montaje para Whiplash, lo cual celebro enormemente; Mejor Banda Sonora Original para El Gran Hotel Budapest ante el horror máximo de los NolanFans (tampoco os indignéis, chicos, porque el problema viene desde que lo nominaron para nada y menos) y Mejor Guión Adaptado para The Imitation Game con un discursazo de Graham Moore animando a los jóvenes en exclusión social a ser ellos mismos y no rendirse nunca. Olé.
Del mismo estilo, pero sobre la exclusión de la raza negra, iba el discurso que John Legend, ganador a la Mejor Canción Original por Selma con su Glory, pronunció al recoger el premio. Anteriormente, él y el rapero Common ya nos habían deleitado con un número que, si a mí ya me puso los pelos de punta desde casa, imaginaos cómo podía estar el protagonista del filme David Oyelowo. Incluso Chris Pine parecía mostrar más emociones que de normal...


Mención especial también merece el discurso reivindicativo sobre la situación de la mujer en USA de la ganadora a Mejor Actriz de Reparto, Patricia Arquette, que desató la euforia groupie de la "mujer que el estado de California dictamina que hay que nominar" (¡grande Leto!), Meryl Streep. González Iñárritu (Fernando para el señor indignado con el reconocimiento de Birdman y escritor de teletextos que corre por las redes sociales y Alejandro para el resto del universo) y sus calzoncillos olorosos (¿?¿?) de Michael Keaton; Julianne Moore y su alegría porque según un estudio va a vivir cinco años más por haber ganado un Oscar y así se nivela con su marido más joven que ella y Eddie Redmayne más emocionado que pa' qué y enormemente achuchable; ponían la guinda a los discursos que valía la pena oír y me hacían ver la luz en una noche bastante tenebrosa.

De haber tenido la petaca del amigo Cumberbatch, la cosa habría cambiado y seguramente, ahora estaría haciendo esta crónica con una visión bastante más distendida...


...Igual que si me hubiese entretenido buscando por mi casa todas las piezas LEGO posibles y me hubiera puesto a montar estatuillas como las que los encargados de la olvidada Legopelícula entregaron a los no ganadores como premio de consolación. (Lo sé, esto está metido a lo chiste fácil con calzador, pero quería poner esta foto y no sabía cómo, no ha estado tan mal, ¿no?)


Pero las cosas son como son y la realidad es la que es: Una 87ª Edición de los Oscar con un guión pésimo, un presentador desaprovechado y unos premios que, aunque a mí no me contentaron, podíamos esperar. Veremos qué ocurre el año que viene.
Hasta entonces, nos quedan 365 días de cine por delante.

Come on!


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